Café con Jezza es esta bonita sección en la que quiero hablar, pero hablar con confianza. Ya sabes, como cuando tomas una taza de café o té con un viejo amigo o un ser querido. Algo íntimo.
El día de hoy, quiero hablar de uno de mis peores momentos. Tanto como creadora como persona. Fue la época en la que la pasé más triste y sentía que no tenía valor. Como toda buena historia, comienza con un inicio triste que se hizo feliz.
De pequeña, no solía tener muchos amigos, a lo mucho algún alma que lograba encontrarse con la mía y congeniaban. Sin embargo, al entrar en la primaria, mi yo sin nadie pudo tener a muchas personas agradables alrededor y a una de las protagonistas de esta historia, mi mejor amiga, Wendy.
Realmente eramos muy buenas amigas, teníamos mucho en común y recuerdo con mucho cariño como esperábamos a comprar cuadernos que fueran iguales con portadas de las bratz -sí, las bratz-. Yo la quería mucho. Porque a pesar de tener estas otras personas alrededor, ella siempre fue a la que yo más aprecio le tenía. Pero sobre todo, le tenía admiración.
Wendy era muy buena en muchas cosas, pero la mejor de ellas, sin duda, es que era una dibujante excelente. Tenía una creatividad enorme, tanto como su talento.
Yo por mi parte para dibujar no era muy buena, vamos, que no era nada buena. Las cosas que mejor me salían era porque las calcaba o las copiaba al pie de la letra. Porque creía que así de la noche a la mañana mejoraría y podría ser como mi amiga. Lo mío era hacer los trabajos escolares y siempre sacar dieces en mis exámenes. Lo cual, yo no veía fabuloso.
El recuerdo más presente que tengo, y que hasta la fecha me ha marcado, es que una vez acompañé a Wendy a una casa. No está muy claro en mí si era de su tía o su abuela, pero lo que sí, es que ella me enseñó un dibujo que había hecho de la segunda planta de la casa. Donde había un barandal de piedra cubierto de plantas, flores y hojas. Era una de las escenas más bonitas que había visto y lo mejor de todo es que se veía aún más bonito en el dibujo de mi amiga que en la realidad.
Como dije, yo copiaba, y aquella escena se me quedó tan grabada en mí cerebro que intenté recrearla a pura memoria y bueno, qué más decir que fue un completo fracaso. Pero quería que no lo fuera. Deseaba poder ser tan buena como ella. Porque, además de querer ser una completa artista como lo era mi amiga, la admiraba tanto que suponía que si me gustaban las mismas cosas, poco a poco podría hacer las cosas como lo hacía ella.
Un poco loca estaba, sí. Pero así, con esa idea en mente, fui construyendo una yo que no era real. A mi amiga le encantaba Kudai, e intenté que me gustara también. A mi amiga le fascinaba My Chemical Romance y yo hice que me gustara.
La cosa en realidad estaba saliendose de control pero para ser sincera, no creí que fuese tan grave. Con el tiempo pensé que al final esas cosas me gustaron porque quería y no porque era una obligación que me ponía.
Cuando de verdad las cosas fueron a mal es cuando llegó el segundo protagonista no sólo de esta historia, sino también de mi vida: Marcelo. Mi mejor amigo hasta la fecha.
Verás, él llegó en quinto de primaria, y para esa época yo a Wendy ya no le caía muy bien. En realidad me odiaba. Pero no porque yo intentaba desesperadamente ser como ella y que se hubiese dado cuenta, no, no. Ella simplemente no le agradó más lo que había en mí y se alejó. Me dejó de hablar y volví a quedar sola por un tiempo, pero también volví a hablar con más personas y me encontré con amigas realmente lindas.
Pero también estaba Marcelo, y él llegó para tener un espacio especial en mi corazón. Al igual que a mi mejor amiga, yo admiraba a Marcelo. Siempre se me hizo esta imagen de alguien con mucho conocimiento cultural y también muy talentoso. Hablar con él era muy especial y la verdad siempre me hacía sentir como una tonta. Principalmente porque cuando me hablaba de alguna cosa que yo no conocía, que era la mayoría del tiempo, pues yo no tenía nada qué decir y la platica acababa.
Desgracia decir que, mi mal con Wendy se volvió a repetir. Admirarlo tanto y querer ser tan interesante como él hizo que volviese a copiar sus gustos. ¿Le gustaba el anime? A mi también. ¿Le gustaba Arctic Monkeys? ¿La Cuca? ¿Metallica? Definitivamente a mi también.
Oh, y él también dibujaba. Y era muy bueno en ello. Pero aquí las historias se cruzan. En cierto momento, a mi amigo le gustó Wendy y viceversa. Así que él se alejó de mí. Pero no fue por mucho tiempo en realidad. Pero dolía en el fondo, porque el cariño que yo le tenía era más que a un amigo.
Pero las cosas no siempre salen como quieres, y siempre estuve al margen de ambos en su relación, si es que podemos decirle relación a algo de primaria. De todas maneras, el tiempo transcurría y el reloj de arena para llegar a la secundaria acababa sus últimos granos.
Al poco rato ya estaba en la secundaria y para mi buena o mala fortuna estaba en la misma que Wendy. Ya no hablábamos. Ni siquiera un cordial hola. A mi me dolía, pero no por ello la odié. Al contrario. Yo seguía queriéndola y admirándola de buena y mala manera.
La verdad es que a menudo entraba a su perfil de facebook y buscaba sus gustos para continuar en esta autofarsa a la que seguía contribuyendo. También lo hacía con Marcelo, con quien por cierto, nunca perdí el contacto. Hablábamos muy a menudo y pronto pudimos tener algo, ya sabes, un noviazgo o lo que fuese. Pero esa es historia de algún otro café, porque en realidad no duró mucho.
Pero lo que sí que duró fueron todos estos gustos sacados de dos personas que hice que me convirtieran en otra persona. No sé qué hubiese pasado conmigo si pensara por mi cuenta y yo sola descubriera lo que me gustaba del mundo, pero la realidad es que todas esas farsas se convirtieron en cosas que yo realmente disfrutaba.
El anime por ejemplo fue mi mayor resguardo, y aunque no lo dijese o demostrara a diestra y siniestra, seguía dibujando, pero ya sabes de mala manera. Con copias baratas o con todo menos con entusiasmo de aprender y desarrollarme en ese campo. Pero lo hacía. Solía publicarlo en facebook.
Y es aquí donde entramos en el clímax de la historia, porque, el anime y facebook son dos cosas que traen consigo cosas que duelen. Una tarde, como cualquier otra, me encontraba en el comedor de mi casa. Miraba el anime que se llama Elfen Lied y estaba ahí porque era donde llegaba el Internet. Recuerdo que mi mamá se encontraba a unos metros de mí, y el capítulo terminaba. Como cualquier otra ocasión, abrí una pestaña y entré a mi inicio.
No era muy cuidadosa, la verdad. Solía aceptar invitaciones porque sí. Y cuando abrió la página y me percaté de todas las notificaciones que habían, me emocioné bastante. Sin embargo, al entrar, pude darme cuenta que las notificaciones no venían de un amigo.
El perfil "Hola tú", que yo tontamente había aceptado días atrás, publicó en mi muro miles de veces. Alguna de ellas con fotos, otras más con palabras. Pero todas y cada una de ellas, con odio y ganas de hacerme sentir mal.
Realmente lo logró. Se burlaban de mis gustos, pero sobre todo, de mis dibujos. Y eso me dolía en toda el alma, porque yo realmente amaba dibujar. Vivía en esta fantasía en la que creía que era la mejor, pero eso no quitaba la pasión que le tenía. Y ver todos esos comentarios diciendo que básicamente era un asco como todo lo que hacía, me quebró.
Lloré en silencio porque mi mamá seguía a unos metros de mí. Y es que era la primera vez que me afrontaba a la realidad, porque, por mucho que fuesen tiradas con odio aquellas palabras, en muchas ocasiones me dijeron lo que no quise ver. La verdad. Porque sí, realmente lo que hacía sólo lo apreciaba mi familia y no había calidad. Y yo, yo era un fraude.
Era la primera vez que me afrontaba a el ser atacada, obviamente no sabía cómo manejarlo. Sobre todo cuando era un completo desconocido. Pero, ya no sé si para mi fortuna o infortunio, logré saber quiénes estuvieron detrás de ese perfil.
Resulta que Marcelo y Wendy se la pasaron de lo lindo escribiendo todo eso para mí. Con todo el odio que probablemente ella me tenía, y con todo el dolor que él retenía. No lo sé. Nunca quise saber. Pero así dolía un poco menos, porque dentro de mí sentía que me lo merecía.
Y es que nunca he tenido buen autoestima, no confío mucho en mí y no se diga confiar en mi trabajo. Que por más bueno que me llegue a parecer nunca estoy segura. Eliminé el perfil de facebook sin mirar atrás. Quería empezar de nuevo, completamente.
Dejé de dibujar, me alejé de todo ese mundo artístico porque no valía nada. Todo lo que hacía eran simples copias, eso no importa. A nadie le gusta. Todo lo que hacía era horrible, y lo dejé. Por mucho, mucho, mucho tiempo.
Pero, por más que intentaba alejarme, siempre quería volver. Lo hacía a escondidas. A veces, lo publicaba en un nuevo perfil, pero nunca con los ojos de esperanza que lo hacía mi yo de antes. Me había perdido a mí. Logré que me odiaran las personas que yo más admiraba y era un asco en lo que me gustaba. Dolía tanto. Yo no podía quererme. Y esa sensación se quedó conmigo por una época muy larga.
Con el tiempo, me di cuenta de que mi mayor error había sido admirar a Wendy y Marcelo a tal grado de querer ser como ellos, cuando tenía que ser como yo. Mi tan poco aprecio a mi misma me convirtió en alguien a quien no podía reconocer. Me encontraba en callejones sin salida porque siempre intentaba crear a una falsa Jeremy. Cuando la verdadera esperaba pacientemente en un rincón abandonado y frío a que yo volteara y le hiciera caso.
No tengo muy claro cuándo o cómo, pero volví a dibujar, pero esta vez para mí. Porque a mi me gustaba. Seguía admirando a Wendy y hasta la fecha, aquel dibujo de la segunda planta, en mi memoria, sigue viéndose como la mejor de las obras de arte que existen y vaya que he visto muchas.
Obviamente no hablamos más, pero no porque yo no quisiera. Ella realmente desapareció de mi vida. Sin embargo, Marcelo, me pidió disculpas y lo entendía. Lo perdoné y continuamos nuestra amistad. Como dije, es mi mejor amigo hasta la fecha.
Lo que he querido dejar con toda esta historia es que nunca te pierdas a ti mismo. Y que por más que seas consiente de los pocos avances que das, siempre mires al frente y mantengas la pasión de seguir mejorando. Hoy en día me dedico a el arte, a el diseño. Wendy no siguió este camino. Lo último que supe de ella es que estaba estudiando química. Me da un poco de pena, porque sigo pensando que ella hubiese sido todo un personaje en este ámbito.
Siempre lo quise, aún cuando quería dejarlo, aún cuando quería copiarlo. Pero el amor que le tengo a tomar un lápiz y crear es esa cosa que sé es autentica y por la que pude encontrarme a mí misma. Quien a veces sigue muy asustada de hacer amigos, quien a veces teme publicar lo que ha hecho, quien a veces llora porque no siente que es suficiente, pero, sobre todo, quien quiere con todo el corazón lo que hace.
Ojalá te haya gustado leer mis palabras, y te haya ayudado o distraído o lo que sea.
¡Gracias! Hasta la próxima.